Internacionalización: cuestión de voluntad
“Hasta las empresas más pequeñas se desenvuelven en un entorno internacional”
Venda kiwis de Nueva Zelanda, necesite herramientas industriales alemanas o utilice software americano; incluso es posible que tenga algún cliente francés ocasional y haya comprado material por internet a un proveedor italiano: aunque los mercados internacionales ejerzan escasa influencia sobre su negocio, sin duda está integrado en una cadena de oferta y demanda dónde cada país, región o ciudad compiten a nivel mundial.
Cierto es que cada día más pymes aragonesas se plantean aprovechar todas las ventajas que la globalización económica ofrece. La crisis, en cierto modo, ha propiciado el acercamiento comercial entre empresas de distintos estados. Unos encontraron mejores proveedores en países cercanos o no tan cercanos, y otros ganaron clientes que aseguraron la viabilidad de un negocio que el mercado español ya no podía sostener por sí solo.
Sin embargo, el deseo de dar un paso adelante, por muy pequeño que sea, puede ser frustrado por múltiples obstáculos, empezando por el lingüístico: por ejemplo, para atender la petición de información de un contacto marroquí, evaluar la calidad del servicio de un proveedor griego con precios muy atractivos, o acudir a una feria en Francia o en Alemania.
Además de la necesidad de manejar otros idiomas a nivel profesional, el factor cultural puede ser crucial. Una imagen o una palabra pueden tener connotaciones o significados secundarios en otros lenguajes y su mal uso puede arruinar todo el esfuerzo de una buena presentación.
Asumidas estas exigencias, y tras una meditada decisión de avanzar en la internacionalización de su empresa, deberá entonces prepararse para enfrentar nuevos retos como el desarrollo de una estrategia de marketing y comercial internacional, así como la comprensión de los requisitos legales y fiscales que regulan el intercambio de mercancías entre países. También deberá superar el desafío probablemente más importante: ser capaz de adaptar su organización interna a un entorno comercial internacional.
Por lo tanto, atender o buscar oportunidades en el extranjero, por muy sencilla que sea la gestión requerida, exige un mínimo de recursos de los que las empresas de ámbito local o nacional a menudo no disponen, y pocas pueden permitirse ampliar su estructura o plantear un programa de formación, ante la incertidumbre de alcanzar los objetivos planteados.
Pero existen soluciones flexibles, como la contratación de servicios internacionales puntuales específicos – traducción técnica, acompañamiento o ayuda en el diseño de páginas webs y catálogos en otros idiomas, cursos orientados- o la posibilidad de disponer de un departamento internacional externo a medida de sus necesidades.
En resumen, la nueva escena económica globalizada, las nuevas tecnologías y las empresas de servicios de internacionalización adaptados a cada tipo de necesidad abren un amplio abanico de oportunidades internacionales para muchas empresas, sea cual sea su tamaño y los recursos disponibles.
Aprovecharlas es cuestión de voluntad empresarial.